Tomaban posición las flores hacia el sol de la tarde tempana
mientras la ropa perdía sentido y dejaba el cuerpo. No querían parecer
indiferentes escondidas en sí mismas aunque ese día no pretendían importunar o
condicionar con la imponencia de sus colores. Sabían que vestido ponerse cuando
decididas a influir, profundizaban en su belleza. Tampoco esos diminutos insectos
que observaban desde las espinas de un retamo, querían mayor protagonismo y discretos como las flores, se disponían a observar como aquellas heridas que muy atrás y acá
nomás, perdían espacio ante otra fuerza. No fue necesario agregar nada. El
amor era de aquellos compañeros ahora entre flores, tierra y otra oportunidad.
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